Los Celtas en la Península Ibérica

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Hablando de los celtas en Hispania

Llevaba mucho tiempo sin escribir nada en el blog y pensé que podría aventurarme a contar algo sobre los celtas en la Península y, de paso, colgar algunas imágenes, porque me parece un tema interesante que, de forma recurrente, es mencionado en varios foros y páginas web que voy visitando. Lo celta se decora a veces con un “touch” de misticismo, donde no se sabe bien dónde se encuentra la frontera entre la verdad histórica y la imaginación popular. La palabra “celta” es desde hace tiempo una marca que vende, y he de reconocer que, personalmente, me encanta la música celta, pero ¿era esa la música de los celtas antiguos? Estamos también ante un fenómeno “lo celta” que cobra importancia a la hora de revitalizar un sentimiento de pertenencia a un grupo, por lazos de consanguinidad o no, a un grupo de personas con unas costumbres y gustos afines.

En consecuencia, me he puesto a investigar un poco y daré unas pinceladas sobre algunas nociones, intentando documentar con referencias externas lo que voy diciendo.

Al final de esta entrada os dejo igualmente una lista representativa de museos y yacimientos en España y en Portugal con contenidos relacionados con los celtas.

El nombre «celta»

El origen del nombre “celta” pudiera ser exógeno, es decir, dado por un pueblo distinto al de los celtas a éste. Los griegos llamaban a los celtas Κέλτoι, que podría derivar de la raíz indoeuropea: kel que significaría “ocultar o cubrir” pudiendo inferirse, tal vez, que se refieren a personas que viven ocultas o que sus costumbres, su forma de vida era por entonces poco conocida. Esto que digo no deja de ser una conjetura. En general, cuando hablamos del pasado, un pasado tan remoto, al faltarnos tantas y tantas pruebas que corroboren nuestras hipótesis, tenemos que ser siempre muy cautos, especialmente cuando lo que nos cuentan no podemos verificarlo al menos con varias pruebas adicionales como pudieran ser documentos historiográficos, registros arqueológicos comparables los unos con los otros (epigrafía, estratigrafía, comparaciones visuales, dataciones de artefactos, etc.), análisis lingüísticos o biológicos, etc., provenientes de fuentes fiables, y aun teniendo estas fuentes a mano y comprendiendo su significado (no es fácil entender algunos documentos escritos en un lenguaje muy técnico), no elevemos nada a dogma de fe.

Fíbula de Luzaga (Guadalajara) - Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

Fíbula de Luzaga (Guadalajara) – Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

Dos palabras complejas: indoeuropeo y etnia

Al tratar sobre el pasado celta de una parte de la Península encuentro entre los estudiosos cada vez más reticencia a la hora de hablar de la “Céltica hispana”, prefiriéndose hablar de la Hispania indoeuropea, en contraposición con la Hispania no indoeuropea. ¿Será por no pillarse los dedos, ya que el término indoeuropeo hace referencia a muchos más pueblos que el término celta? Razón no les falta, cuando arrecian dudas sobre lo realmente celta en Hispania. Ahora ¿qué significa indoeuropeo? Uno de los problemas con los que me encuentro día a día en múltiples conversaciones es que a algunas palabras los contertulios les atribuimos distintos significados, por lo que habría que intentar darle uno único para poder hablar siempre en los mismos términos y sin que existan dudas sobre a qué se refiere uno. Esto sucede con indoeuropeo y con etnia. El primer recurso que tenemos en España es acudir al Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) que registra dos acepciones para el adjetivo indoeuropeo: Por un lado habla de su connotación lingüística, identificando como indoeuropeas un grupo de lenguas procedentes de un tronco común y, por otro lado, designa la raza y lengua originarias de la cual provienen. Sin que pueda levantar mi voz contra esta definición, porque ni soy lingüista ni puedo arrogarme ningún papel de ilustre innovador de la lengua, en mi opinión estamos ante una definición incompleta, pudiendo el término raza confundir. Me quedaré con la primera acepción, la lingüística, es decir, que la palabra indoeuropeo designa un rasgo cultural, plasmado en una lengua, lo cual quiere decir que si un pueblo es indoeuropeo, se debe a que la lengua de este pueblo comparte elementos comunes con una lengua indoeuropea ancestral. El idioma indoeuropeo primigenio se habría originado hace unos 6.000 años, bien en Anatolia (actual Turquía), bien en algún lugar entre el Mar Negro y el Mar Caspio en plena Edad del Cobre en Asia Menor. De aquí se habría expandido por un lado hacia Europa y por otro hacia la India.

Luego está la palabra etnia, y vuelvo a recurrir al DRAE, donde habla de un grupo humano con rasgos afines, una raza, una lengua, una cultura, dejando abierto con un etc. la posibilidad de añadir otras características comunes. Vuelvo a ser crítico con esta definición, por escueta y por no identificar claramente, bien la conjunción copulativa “y”, bien la disyuntiva “o” cuando enumera los distintos rasgos afines. No sé si se tienen que dar todos o vale con que se dé uno sólo de estos elementos para que se pueda hablar de etnia. ¿Qué hago? Pues acudo a otros diccionarios de prestigio en otras lenguas, dado que en este caso la palabra se usa también en éstas. En el diccionario de la Universidad de Cambridge veo bajo Ethnic:  “relativo a una determinada raza de personas” [traducido].  Pues tampoco me gusta esta definición, porque vuelvo a considerarla incompleta y pienso que hace demasiado énfasis en la palabra raza. Ahora busco en la alemana Duden bajo Ethnie (Volkstum) y, ¡mira por dónde!, esta definición ya me gusta : “grupo humano (especialmente tribu o pueblo) con una cultura uniforme” [traducido]. Sigo buscando, esta vez en wikipedia bajo la entrada “ethnic group”. Ésta se basa en la definición dada por la Universidad de Oxford. Dice el diccionario y traduzco: “El hecho o sentimiento (estado) de pertenecer a un grupo social que tiene una tradición nacional o cultural comunes”. Incorpora un elemento algo distorsionador, que es el hecho diferenciador de que deben ser las propias personas las que se identifiquen con esa etnia a través de una serie de amplios rasgos culturales que comparten: una historia, una lengua, unos símbolos, unos mitos, una apariencia física, etc. Los pueblos vistos como celtas en la Península Ibérica, ¿habrán tenido la conciencia de pertenecer al pueblo celta más allá de la pertenencia a su círculo inmediato geográfico- cultural? ¿Recordarían sus orígenes tras el paso de varios siglos a través de la transmisión oral ya que no tenían escritura? Ahora bien, si no tenemos en cuenta la necesidad de que exista conciencia de pertenencia para poder hablar de etnia (podríamos discutir largamente), lo que quiero resaltar es que etnia no sería equivalente a raza, pudiendo diversos pueblos compartir rasgos culturales comunes, formando una etnia, sin que necesariamente existan lazos consanguíneos.

Los celtas pertenecerían a la rama lingüística de los indoeuropeos y «podrían» considerarse como una etnia y su cultura haber sido transmitida a otras gentes por asimilación voluntaria de ésta, convirtiéndose estas otras gentes en parte integrante del mundo celta.

Castro de Ulaca (Ávila) - Altar de sacrificios

Castro de Ulaca (Ávila) – Altar de sacrificios

Un poco de historiografía

Los primeros autores en mencionar a los celtas son el geógrafo griego Hecateo de Mileto en el siglo VI a.C., que alude con este nombre a ciertos pueblos que habitaban cerca de Marsella (la por entonces colonia griega focense de Massalia), mencionando dos ciudades que designa como celtas; Narbona (actual Narbonne) y Nyrax (una ciudad no identificada) (Vide: fragmentos: 55, 56 y 57). Hecateo no va más allá de lo que es una mención de un topónimo, una ciudad, donde habitaban celtas. No hay descripción alguna. El siguiente en hablar de los celtas es Herodoto de Halicarnaso, unos pocos años más tarde, ya en el siglo V a.C., en dos contextos: En Historias, II, 33 habla de los celtas que habitan más allá de las Columnas de Hércules (en principio, el Estrecho de Gibraltar), siendo vecinos de los cinetas (pueblo que habitaría aproximadamente donde hoy se encuentra el Algarve portugués). En Historias, IV, 49 sitúa las fuentes del Danubio en territorio celta y da a entender que los celtas extienden su territorio desde allí hacia el oeste europeo, hasta el SW de la Península, donde menciona nuevamente a los cinetas, que no parece identificar como un pueblo celta. Posteriormente, en un verso de la Ora Marítima de Avieno (verso 135) vuelve a mencionarse a los celtas. Avieno los pone en contexto con los ligures que habrían sido expulsados por aquellos de una tierra (no claramente identificada) que se alcanzaría por barco desde las Islas Oestrimnicas (¿serían las Islas Británicas? ¿o tal vez los islotes de las Berlengas en Portugal, frente a Peniche? Los oestrimnios son mencionados también en la Ora Marítima como los antiguos habitantes del litoral occidental peninsular. La raíz de esta palabra indicaría: «extremo oeste»). Algunos identifican la tierra que menciona Avieno con Frisia (norte de Holanda y NW de Alemania) y otros, incluso, con Galicia.  Debemos recordar que la Ora Marítima es una obra con descripciones muy imprecisas escrita en el siglo IV d.C., aunque basada en el periplo de un marino massaliota (de Massalia, Marsella, actual Francia), que pudiera haber tenido lugar en el siglo VI a.C., coincidiendo temporalmente con la vida de Hecateo de Mileto, en cuya obra, entre la de otras autores, pudiera haberse basado Avieno.

A partir de entonces se suceden otras menciones a los celtas en otros documentos historiográficos, de los cuales voy a mencionar unos pocos:

  • Sobre el año 387 a.C. se produce la Batalla del Allia (un río afluente del Tíber, a  unos 20 km de Roma) entre los romanos y los serones, una tribu gala (celta) venciendo los serones, siendo saqueada a continuación Roma. (Tito Livio, Ab Urbe Condita, libro 5, capítulo 37). Hasta el año 410 d.C. Roma no vuelve a ser ocupada por ningún otro pueblo invasor.
  • En la Anábasis de Alejandro Magno, escrita por Flavio Arriano en el siglo II d.C., con relación a la campaña de Alejandro (356 a 323 a.C.) en el Danubio (Libro I, capítulos 3 y 4), se menciona a los celtas y es célebre el pasaje donde se dice que los celtas a lo único que temían es a que el cielo se les cayera encima.
  • Plinio el Viejo en alusión a la batalla de Telamón (en la actual Toscana italiana), 225 a.C., describe (Historias, II, 29-30) la actitud altiva y provocadora de los guerreros celtas que, desnudos en las primeras filas del frente de batalla, ataviados únicamente con collares y brazaletes de oro, infundían terror a sus adversarios.

Ya más centrados en la Península Ibérica y en plena conquista romana de Hispania, a partir de la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C), Apiano (Iber), Estrabón (Geografía, III), Polibio (Historias, III, 35, 2) y Tito Livio (Ab Urbe Condita) nos narran la presencia de celtíberos como mercenarios de las tropas de Aníbal en su incursión en Italia en el siglo III a.C., la confrontación de los romanos contra los celtíberos en las diversas Guerras Celtíberas que tuvieron lugar en la Península a lo largo del siglo II a.C., con pasajes como la insubordinación de los celtíberos de Segeda (154 a.C.), al fortificar sus murallas y la tan célebre y aclamada “heroica” defensa y posterior toma de Numancia en 133 a.C. y algunas costumbres celtas.

Las posiciones académicas tradicionales sobre el origen de los celtas

Tradicionalmente cuando se habla del origen de los celtas (los  llamados celtas históricos) se sitúa en el centro de Europa. Suele identificarse el germen de los pueblos celtas en la Cultura de Halstatt  (nombre que proviene de un pueblo en la actual Austria, cerca de Salzburgo), en el Bronce Final (siglo XIII a.C.). Esta cultura está muy relacionada con los Campos de Urnas,  fenómeno que aparece en diversos sitios en la Península, especialmente en Cataluña. La cultura halstáttica se prolonga hasta el siglo V. a.C., cuando da paso a la de La Tène (segunda Edad de Hierro) que finaliza sobre el cambio de era. El nombre le viene de una localidad en Suiza junto al lago de Neuchatel. Una característica de esta cultura son las espadas tipo La Tène, largas y rectas, que también se han encontrado en varios yacimientos de la Península. De acuerdo con diversas fuentes, estos pueblos se habrían expandido a partir del siglo IX a.C. desde el centro de Europa en diferentes oleadas espaciadas en el tiempo, hacia la Península Ibérica, las Islas Británicas, el norte de Italia, Bohemia, los Balcanes y Grecia, llegando incluso hasta Anatolia (Turquía) donde fundarían el reino de los Gálatas.

Torques - Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

Torques – Tesoro del Cerro de la Miranda – Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

La entrada de los celtas en la Península Ibérica

En la Península ibérica, estas corrientes celtas «podrían» haber entrado en diferentes migraciones. El contacto de los pueblos celtas con la población autóctona peninsular, de entonces, puede haber sido violento o pacífico. Algunos pueblos podrían haber sido expulsados (Heródoto habla de la expulsión de los Oestrimnios por los celtas), en otros casos coexistirían con el invasor y, si coexistieron, puede que en algún momento se mezclaran. Entra en juego otro término importante que es la aculturación. El bagaje cultural celta entra en contacto con el sustrato cultural peninsular anterior e influye sobre él, superponiéndose  a él o creando un mestizaje.

Aporto dos interesantes recursos que, a fecha de hoy, están disponibles en la red:

ALMAGRO-GORBEA, Martín. «El Origen de los Celtas en la Península Ibérica. Protoceltas y Celtas«. En: Polis, 4,1992. pp 5-31.

BERROCAL RANGEL, Luis y Philippe GARDES. Entre Celtas e Íberos. Las poblaciones protohistóricas de las Galias e Hispania. Madrid: Real Academia de la Historia / Casa de Velázquez. 2001.

Para designar a los pueblos que habitaban la Península antes de la llegada de estos celtas del centro de Europa se introduce el término preceltas. Los pueblos preceltas podrían ser pueblos indoeuropeos (como indoeuropeos serían los celtas),  término que, como indiqué anteriormente, se refiere a que compartirían rasgos lingüísticos comunes y, tal vez y sólo tal vez compartan también un tronco genético común con otros pueblos indoeuropeos. Por otro lado, habría pueblos en la Península cuya lengua no tendría un origen indoeuropeo y cuya genética, en principio, no estaría relacionada con los pueblos indoeuropeos. De los iberos, por ejemplo, se dice que no eran indoeuropeos y de los lusitanos que sí lo eran, pero no celtas.

De una forma, algo simplista, podemos decir que la mitad NW de la Península fue zona de influencia celta o indoeuropea y la otra mitad SE zona de influencia ibera (no indoeuropea). Con la llegada de los romanos, en la zona de influencia celta los historiadores romanos identifican un gran número de pueblos. No puedo aventurarme a decir cuál era su parentesco con los pueblos celtas que vinieron del centro de Europa, si su cultura previa quedó completamente fagocitada por la celta o si sus rasgos culturales no se vieron para nada alterados, para ello me falta muchísima información, pero sí se detectan indicios de que por aquí pasó una cultura con rasgos comunes especialmente en la toponimia.

Si agrupáramos de alguna forma a los pueblos que coexistieron en el momento de llegar los romanos en esta mitad noroccidental, por regiones, estarían:

  • El centro y el oeste pirenaico con presencia fundamental de los vascones, que no serían celtas.
  • La franja cantábrica y la zona colindante con la Submeseta Norte. Entre otros aquí habitaban los cántabros y los astures.
  • La Submeseta Norte, una altiplaninicie, ocupada en gran parte por el pueblo de los vacceos.
  • El NW peninsular, galaico portugués, del Duero hacia arriba, con su característica cultura de los castros de los pueblos galaicos.
  • El centro de la Península, entre Duero y Tajo, desde donde confluyen la Sierra de Gredos con la Sierra de Guadarrama hacia el Oeste, ocupada por lusitanos y vetones.
  • Una pequeña franja en el centro de la fachada atlántica portuguesa, fronteriza con los lusitanos, habitada por los turduli veteres.
  • Las tierras en torno al Sistema Ibérico, desde la Sierra de la Demanda en la Rioja hasta la Serranía y parte de la Mancha conquense, donde habitarían los llamados celtíberos, sobre cuyo nombre añadiré algunos matices a continuación.
  • La Submeseta Sur habitada por los carpetanos y una parte de los oretanos (de la rama indoeuropea).
  • Las planicies extremeñas y alentejanas habitadas por los célticos (celtici)  (un etnónimo que voy a bautizar como etnónimo-sinécdoque, es decir donde con el término genérico de celtas se designa sólo a una parte de ellos) y los túrdulos (adscritos a la rama ibera, pero haciendo frontera con la indoeuropea) que también se adentrarían en algunas provincias andaluzas, llamando la atención el nombre antiguo de Celti (la localidad sevillana de Peñaflor).
  • En el extremo SW de la Península habitarían los conios, llamados también cinetes, cynetes o cinetas. En este caso, como en el caso de los lusitanos, podrían ser de origen indoeuropeo precelta.

Sobre el término celtíbero y la Celtiberia

Volvemos a tener una palabra que puede inducir a error. Desde la perspectiva de los romanos, que introducen este término cuando comienzan a ocupar la mitad suroriental de la Península (la ibera), en el momento de entrar en contacto con la otra mitad NW (la celta) se debió usar para designar a todos los celtas que habitaban la Península, refiriéndose en términos generales a todos los celtas de Iberia, ya que Iberia realmente era el término griego con el que se designaba a toda la Península Ibérica. Posteriormente, el nombre se acabó usando para definir a los pueblos celtas que, desde un punto de vista geográfico y en algunos aspectos culturales, se encontraban más próximos a los íberos. Con ello se adjudicó a la población celta en torno al Sistema Ibérico este nombre de forma preferente. Como zona de frontera que fue, la Celtiberia adoptó dos importantes elementos de progreso provenientes de los iberos, que fueron la acuñación de moneda y la escritura, dos cosas que no existieron en las demás áreas celtas de la Península antes de la llegada de los romanos. Este hecho, la inexistencia de material epigráfico (escrito en general) anterior a la llegada de los romanos (exceptuando tal vez, si la adscribiéramos al área celta, la escritura del SW peninsular, a veces llamada tartesia, que aún no ha sido descifrada) no facilita el estudio de los datos sobre los orígenes celtas basados en estas evidencias epigráficas. Esto no quiere decir que con la llegada de los romanos no se introdujera el signario latino y que gracias a eso conozcamos parte de la onomástica (antroponimia, bionimia o toponimia) celta en Hispania, y que existieran lenguas, como pueda ser el lusitano, que hicieron uso de estas letras para escribir en su propio idioma.

Sauna castreña . Citânia de Sanfins - Porto - Portugal

Sauna castreña . Citânia de Sanfins – Porto – Portugal

Material metodológico para abordar el estudio de lo celta

Los pueblos, a lo largo de la historia, han viajado, han migrado, y las más poderosas razones que ha habido para que lo hicieran, y aún hoy lo hacen por esos mismos motivos, son: la violencia ejercida sobre el pueblo que migra, el hambre y la escasez de espacio. Si te expulsan de tus tierras, tienes que buscarte otro lugar para vivir, si tus tierras dejan de ser fértiles para sembrar tus cultivos, necesitas encontrar otras. Si una población crece demasiado, necesita más espacio para simplemente vivir, para expandirse. También podemos pensar en la sed de aventura de algunos o en el simple animus belicoso de otros, pero son argumentos que pierden peso frente a los anteriores.

Al desplazarse los pueblos, pueden entrar en contacto con otros o no. En la Prehistoria podemos imaginarnos que, al haber menos población, un grupo de humanos viajara y llegara a nuevos territorios completamente despoblados. Es lo que sucedería al atravesar la raza humana el Estrecho de Bering desde Asia hacia América, durante la última glaciación (hace unos 15.000 años) para poblar el continente americano. Si entran en contacto con otros pueblos, cabe la posibilidad de que se produzca una confrontación violenta, en la que un pueblo sea expulsado, sea esclavizado (o sometido de alguna forma) o incluso aniquilado. Si, por el contrario, no se produce esta confrontación, puede que estemos ante un contacto duradero, donde tarde o temprano se produzca un mestizaje entre los pueblos; o de un contacto casual de exploración o comercio. Incluso en el caso anterior de la ocupación violenta, las personas esclavizadas / sometidas podrían acabar mezclándose con el pueblo vencedor. En todos los casos, con o sin violencia, existirá un intercambio de conocimientos, unas culturas aportarán a las otras sus artes, su lengua, su escritura, su religión, sus ciencias, sus costumbres y su sangre, y todo este conjunto de llamémosle datos van dejando huellas.

Para reconocer si un pueblo o un grupo de pueblos han migrado en la Antigüedad hoy disponemos de muchos recursos, aunque ninguno perfecto, así que, cuantos más recursos podamos activar, más pruebas podremos ir acumulando.

Podemos recurrir:

a)      Al registro arqueológico, es decir al estudio de  dónde, en qué estado y situación se ha encontrado el qué. Se compara el registro de materiales similares encontrados en lugares que estén distantes los unos de los otros. Aquí es importante realizar una buena datación de las piezas encontradas, para obtener una secuencia cronológica que nos pueda dar información sobre dónde se produjo antes qué fenómeno. Importante es distinguir también, si los productos son autóctonos o importados, es decir, si se han fabricado en el lugar donde se han hallado o si, por el contrario, proceden de otros lugares fruto del comercio, de la rapiña o de descubrimientos casuales que un pueblo pueda haber hecho al entrar en contacto violento o pacífico con otras tierras, trayéndolos de vuelta a las suyas. Las necrópolis aportan mucha información a este respecto: habla del tipo de tumba, de los ritos funerarios, de los ornamentos que llevaban (ajuares), de las armas que usaban (panoplias: espadas, puñales, escudos, pectorales). Las esculturas zoomorfas llamadas verracos en la Península, podrían tener otros paralelos en Europa; los santuarios rupestres, también. Se pueden analizar las técnicas constructivas militares y civiles. El estudio comparado de las saunas castreñas del NW peninsular puede ponerse en relación con otros monumentos similares en distintas áreas celtas europeas, lo cual aportaría evidencias adicionales.

b)      Al estudio de la paleografía, la ciencia que trata las lenguas antiguas a través de las signos gráficos, que no simples símbolos. Aquí tenemos el problema de las fuentes, que no siempre están disponibles, bien porque en determinada época no existía aún esta forma de comunicación escrita, bien porque se han perdido. Se buscarán parecidos entre las letras, en cuanto a sus formas y su posible significado. El propio lenguaje actual puede darnos alguna pista sobre esos parecidos, aunque siempre será mejor acudir a textos más antiguos de esta misma habla, por existir una mayor proximidad en el tiempo. El área indoeuropea hispana no conoció el lenguaje escrito hasta que no llegaron los romanos. No deja de ser algo extraño que no se utilizara entre los pueblos “celtas” que debieron saber de su existencia (la grafía) y de su indudable utilidad. Conjeturando, tal vez se le atribuyera algún poder mágico que interfiriera en la voluntad de sus dioses (o de los propios gobernantes) que no querían que se supiera “demasiado”. Interesantes para el estudio de la lengua celta son los bronces con escritura celtíbera (aunque usando un signario ibérico) son los Bronces de Botorrita  (Museo de Zaragoza) y el Bronce de Cortono (Museo de Zaragoza), el Bronce de Luzaga (en paradero desconocido) y  diversas téseras de hospitalidad  en lengua celtíbera. El problema fundamental es que, hasta el momento no se ha podido descifrar su significado.

c)       La lengua,  el lenguaje, la fonética y la fonología son otros campos a estudiar. No obstante, el habla de cada pueblo, sus acentos, sus entonaciones, van cambiando con el paso del tiempo, especialmente si estamos estudiando un sitio por donde teóricamente han pasado muchos pueblos distintos, lo cual dificulta encontrar parecidos.

d)      Al estudio de la onomástica, en especial de la toponimia. De los nombres actuales y de los antiguos conocidos se infieren parecidos. Pueden existir raíces lingüísticas comunes. Algunos prefijos y sufijos se repiten con cierta frecuencia en los nombres antiguos de diferentes localidades. Existen prefijos como: breg-/brig-, seg-, mir-, eb-, coni-, ipo-, il– o sufijos como: -briga, -govia, -ipo, -uba, -duro, -sama; que se repiten en nombres de poblaciones en la Península Ibérica. A muchos de ellos se les atribuye un origen indoeuropeo, otros serían iberos, no indoeuropeos. Una cosa curiosa que he ido observando es que, para detectar nombres que sean lo más próximos a los antiguos debemos fijarnos también en las denominaciones actuales de algunos accidentes geográficos: montes, ríos o lagos.

e)      Los Rasgos culturales, costumbres, artes y oficios, creencias semejantes. Este punto está muy relacionado con el registro arqueológico, aunque más pensado en lo que perdura hoy en día o mejor dicho de cómo ha ido evolucionando en el tiempo. Podemos hablar de un instrumento musical, de productos artesanos, de armas), de utensilios usados para determinados oficios (caza, pesca, confección, forja, agricultura), de una danza, de tradiciones vinculadas con una festividad “pagana”, del tipo de ropa, de la orfebrería y otros objetos de adorno (anillos, torques, fíbulas antiguos que se siguieran utilizando), ritos funerarios, etc.. En definitiva, objetos y tradiciones de hoy en día y del pasado que se dan en diversos lugares de la órbita “celta”. La religión y las manifestaciones mágico-religiosas plasmadas en objetos inmuebles y muebles de hoy y de ayer: santuarios rupestres, altares, cazoletas, petroglifos, grabados, pinturas, ídolos, etc.) , son otro aspecto cultural de suma importancia. Siempre se ha dicho que los llamados celtas rendían culto a los fenómenos de la naturaleza y a los accidentes geográficos: bosques, montes, ríos o lagos. La repetición de este tipo de estructuras de ámbito religioso en diversos lugares del área celta europea, pueden ser nuevamente un indicio para sacar paralelos y pensar en que hubo un contacto. Sobre los dioses adorados por los celtas / indoeuropeos no se sabe mucho. Julio César, en una obra atribuída a él, De Bello Gallico (La Guerra de las Galias)  menciona una serie de dioses adorados por los galos (nombre presumiblemente derivado de celta), pero da sus nombres romanos, asimilándolos a éstos.  El sincretismo religioso, que siempre ha existido, hace que se confundan con suma facilidad unos dioses con otros, de manera que los atributos o las “cualidades” de cada dios originario acaban quedando desdibujados con el paso del tiempo. Una posible lectura para profundizar en el conocimiento de los dioses celtas en Hispania es: OLIVARES PEDREÑO, Juan Carlos. Los dioses de la Hispania céltica. Madrid: Real Academia de la Historia / Universidad de Alicante. 2002.

f)       Los Rasgos físicos y análisis genético. Es evidente que este campo puede aportar mucha información. En cualquier caso no dejemos de considerar que, si partimos de que una generación tiene 30 años (que seguramente sean menos, pero valga el ejemplo) y si pensamos en el número de ancestros que potencialmente (que no necesariamente) podríamos llegar a tener yendo 30 generaciones hacia atrás (900 años), que sería de 2 elevado a 30, o lo que es lo mismo 1.073.741.824 de antepasados, y por cada generación más se duplicaría; vemos que estamos ante un gran reto a la hora de analizar parecidos genéticos. Lógicamente, cada vez que se produzca un cruce, dividimos entre dos; por pura lógica esto se producirá varias veces, porque no entra en nuestra cabeza que hubiera semejante población hace 900 años. . Visto esto, al final todos podríamos estar emparentados de alguna forma con los demás. Lo que cuenta es la proximidad en el tiempo de ese parentesco. Muy unido a los rasgos físicos: tono de la piel, color de los ojos o del cabello, corpulencia y formación ósea; podríamos encontrar determinadas patologías hereditarias que sólo se dieran en determinado grupo humano. El estudio genético presentado en 2013, utilizando de base materiales óseos de ancestros humanos de diversas épocas,  sobre el  genoma del haplogrupo H mitocondrial, ha concluido que en el Neolítico (de la Península), se habría originado un movimiento de personas desde el SW de Europa (Sur de Portugal y SW de España) hacia el centro de Europa. La interpretación de estos resultados queda en manos de los expertos y yo no lo soy. El fenómeno megalítico, precisamente del Neolítico, es especialmente significativo en esta parte de la Península. Sería aventurado por mi parte opinar sobre datos que no controlo. De todas formas estamos hablando de hechos que sucedieron mucho antes de la aparición de los pueblos celtas y de la escritura. No se pueden descartar movimientos en ambas direcciones, como de ida y vuelta, a lo largo de la Historia, y participando en la vuelta personas con rasgos culturales y genéticos muy distintos, asemejándose poco con la gente que partió antes desde la Península. No cabe duda de que los resultados de las investigaciones genéticas actuales y futuras aportarán información muy valiosa sobre migraciones y mestizajes entre pueblos. No he encontrado ningún documento que relacione el cabello pelirrojo directamente con los celtas, pero sí es una característica que se da con frecuencia en algunas regiones que hoy en día se consideran tradicionalmente de raigambre celta.

g)      La historiografía, la ciencia que estudia los relatos escritos desde que existen, que tratan de hechos pasados. Tenemos muchos textos que han llegado hasta nuestros días de autores fundamentalmente griegos y romanos que nos hablan de los pueblos antiguos (algunos lo he citado en un apartado anterior). De hecho es la primera fuente que tenemos a mano para abordar el estudio de los acontecimientos que tuvieron lugar hace miles de años, que pudieran tratar de las migraciones o invasiones de unos pueblos. Es en lo que nos solemos basar como punto de partida para hablar del pasado. Ya que nosotros no estuvimos, confiemos en lo que nos dicen otros, que sí estuvieron. Este recurso es valiosísimo. No obstante, debo advertir que, como hoy en día, antes también hubo personas más serias que otras, en el momento de relatar unos hechos, y partían de unos conocimientos de base distintos. Los habrá que narraran acontecimientos por boca de terceros, es decir, que no estuvieron presentes ni en la época ni en el lugar donde estos ocurrieron. Habrá personas más claras en sus exposiciones y otras menos. Los habrá que se verían condicionados a escribir desde su posición de pueblo vencedor, menospreciando los saberes, cualidades o virtudes del pueblo vencido. Siempre se ha dicho que la historia ha sido escrita por los vencedores. De acuerdo con esto, para abordar el estudio del origen de los celtas, del origen de cualquier pueblo, antes que nada, hay que tener un espíritu crítico, observador y abierto a recibir otras hipótesis bien fundamentadas. Una página fabulosa para encontrar prácticamente todos los textos antiguos griegos y latinos (aunque, eso sí, sólo están traducidos al inglés) está disponible en la Perseus Digital Library de la Tufts University (Massachusetts, EE.UU.)

Castro de Baroña - Porto do Son - A Coruña

Castro de Baroña – Porto do Son – A Coruña

Conclusión

El origen de los celtas y la transmisión de su cultura a lo largo de un territorio muy vasto y por un espacio de muchos siglos es un tema apasionante. No quedan claras muchas cosas, no sabemos cómo se transmitió su cultura, dónde hubo conquistas, mestizaje o cohabitación con otros pueblos. Sus formas de vida se heredaban de una generación a otra y su historia se transmitiría oralmente. Una parte muy pequeña de ella quedó por escrito y hoy buscamos encontrar luces sobre su pasado. Contamos con la posibilidad de acceder a la información sobre prácticamente cualquier cosa a través de los canales, los programas y los ordenadores que forman parte del enjambre de interconexiones de la sociedad del conocimiento. Sólo hay que darle forma a este conocimiento, descartando la información que no nos aporta, para que llegue la correcta a quien la busca, pero con una clara advertencia hacia el necesario espíritu crítico, dejando claro que todos podemos opinar, pero no debíamos aseverar nada que concierne a una historia, que no vivimos en presente. La información de base contenida en este artículo también proviene fundamentalmente de la red y a esta información le he dado un tipo de forma. Al que haya estudiado estos temas, es muy posible que no le haya contado nada que no supiera ya, y al que no lo haya estudiado espero haberle aportado algo; y a todos haberos entretenido durante un rato.

Aquellos que quieran saber algo más sobre los celtas en la Península Ibérica, aparte de las referencias bibliográficas ya facilitadas, pueden leer los distintos artículos en red publicados en el Journal of Interdisciplinary Celtic Studies (Volume 6: The Celts in the Iberian Peninsula) de la University of Wisconsin, Wilwaukee, EE.UU.

 

Algunos Lugares que no debéis dejar de visitar, si estáis interesados en la cultura celta en la Península

Alguno faltará, pero espero haber tratado los principales.

Museos:

Mula vetona de Villarduega de La Ribera (Zamora)

Mula vetona de Villarduega de La Ribera (Zamora)

Yacimientos:

(C) Luis del Rey Schnitzler