Historiografía sobre Tartessos. Lo que dicen los textos antiguos, que no lo son todo

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La Península Ibérica según la Ora Marítima de Avieno conforme a Schulten (detalle). Bayr. Topographisches Bureau, München (1921) en Fontes Hispaniae Antiquae

INTRODUCCIÓN

La verdad es que sólo con las citas que se han realizado a Tartessos en la historiografía clásica se podría escribir un libro extensísimo, debatiendo y explicando qué podemos extraer del concepto Tartessos y dónde estuvo, qué es claramente un mito y qué se aproxima más a la realidad. Llegaríamos a muchas conclusiones.

Quizá las más claras son:

(1) Que Tartessos, como ciudad o ente territorial regido por una posible monarquía, fue algo importante o a lo que se quería dar importancia en la Antigüedad. Si no lo fuera ¿por qué se disertó tanto sobre ella?

(2) Que todos los autores antiguos conocidos hablaban por boca de terceros, siendo las contradicciones e indefiniciones entre lo que dice el uno y lo que dice el otro lo más corriente, porque ninguno de los autores que citan a Tartessos vivió durante el apogeo de Tartessos (ca. VIII-VI a.C.) y, a su vez, estuvo allí. Homero y Hesíodo sí vivieron en esa época, pero ni mencionan explícitamente a Tartessos, ni parece que hubieran viajado más allá de las Columnas de Hércules personalmente.

(3) Que tal vez se haya invertido históricamente mucho más tiempo en interpretar unos textos, que no dejan de ser importantes, que en excavar y contrastar lo escrito con la realidad.

Démosle un repaso a lo que creemos es más significativo.

LA BIBLIA

Habría que comenzar con el Antiguo Testamento de la Biblia, un libro interesantísimo, pero muy complicado de entender por sus metáforas, por estar compuesto de una amalgama de textos de variados estilos, de diferentes autores, de diferentes épocas, y por lo incompletas e imprecisas que son muchas descripciones de hechos o lugares, que es lo que nos interesa. Aquí se habla en al menos veinte pasajes del término Tarsis, usándose con diferentes significados, entre ellos para referirse a una etnia o grupo de personas o a un lugar, sea un país, una región o una ciudad. Cuando la Biblia alude a un lugar, los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre si quedaba en el Próximo Oriente -en el Mar Negro dicen unos- o en los confines de occidente, porque da la impresión de que en la Biblia no siempre se refieren a un mismo sitio, aunque usen una palabra homónima.

Podemos seleccionar tres textos, que son los que me parecen más relevantes:

Primero, en I Reyes, 10,22,1, cuando se mencionan las riquezas del rey Salomón, se dice que tenía en el mar una flota de Tarsis aparte de la de Hiram. Cada tres años llegaba la flota de Tarsis con un cargamento de oro, plata, marfil, monos y pavos reales.

Segundo, en Ezequiel 27,12 se indica que Tarsis comerciaba con Tiro intercambiando plata, hierro y plomo por mercaderías fenicias.

Los productos exóticos extrapeninsulares mencionados en el primer pasaje han sido un argumento para descartar la equiparación de Tarsis con Tartessos. Los metales sí se daban en el sudoeste peninsular. Al menos hoy, hay monos (realmente macacos) en Gibraltar. Elefantes no habría habido en la península Ibérica (salvo que nos remontemos al Pleistoceno), aunque sí en el centro y norte de Marruecos, si hacemos caso a dos pasajes de Plinio (NH, V, 5), donde habla de la existencia de peligrosas manadas de elefantes en Sala Colonia (cerca de Rabat) o (NH, V, 18), donde afirma que junto al monte Abila (el Monte Hacho de Ceuta o el Monte Musa del Rif: No queda claro cuál es), una de las dos Columnas de Hércules, vivían elefantes. Más complicado es situar a pavos reales por aquí, porque, aunque hoy los podamos ver en casi cualquier país revoloteando por jardines, son originarios de la India y se supone que en el Bronce Final no habrían llegado todavía a la península. El segundo pasaje ya prescinde de los productos exóticos y da pie a poder imaginarnos esa equiparación entre Tarsis y Tartessos.

Otro texto bíblico interesante es Jonás, 17: Jl 3,5. En él se describe cómo el profeta Jonás huye a Tarsis, lejos del Señor. Con ello hay una referencia a un lugar lejano (igual es una metáfora), lo cual se puede poner en relación con la arribada cada 3 años de la flota de Tarsis, que se supone realizaría un trayecto no precisamente corto.

HOMERO Y HESÍODO

Homero, poeta griego que viviría en torno al siglo VIII a.C., no habla de Tartessos, pero sí del Tártaro como el inframundo, queriendo algunos encontrar paralelismos entre estas dos palabras, especialmente cuando así lo afirma Estrabón (GEO, III, 2, 12), que cree que a oídos de Homero debió llegar la existencia de Tartessos.

Y Hesíodo (entre el siglo VIII y el VII a.C.), filósofo griego, en su Teogonía dará vida al mito de Tartessos, aunque sin mencionar este topónimo, que se añade en relatos posteriores de otros autores, cuando habla de Gerión, un monstruo de tres cabezas, nieto de la Gorgona Medusa, rey poseedor de grandes rebaños de bueyes, que habitaba en la isla  Eritea, que fuera muerto por Heracles (el Hércules romano) en su décimo trabajo.

Con el nombre de Eritreia se conoce a la isla donde se asentara la antigua Cádiz, aunque Hesíodo no la identifica con Cádiz. Aparece escrito de múltiples formas en infinidad de textos: Eritreia, Eritrea, Eritia, Eritea o Eriteia, a los que hay que añadir sus variantes con y griega y hache intercalada entre la te y la erre. Hubo también una Eritras en Jonia (Mar Egeo) y actualmente existe un país de nombre Eritrea, escindido hace años de Etiopía, en el Cuerno de África, junto al Mar Rojo. De hecho erythrós (ἐρυθρός) significa “rojo” en griego y también se conocía antiguamente el Mar Rojo como el Mar Eritreo.

Muy revelador es el pasaje de Filóstrato en su Vida de Apolonio de Tiana (V, 5) en el que cuenta que en Cádiz se vieron árboles de los que manaba sangre roja, tal vez en alusión a los dragos cuya savia se vuelve roja al contacto con el aire. Aunque se supone que los ejemplares actuales de drago en Cádiz proceden de Canarias, podrían haber existido ya antes en la ciudad y, tal vez, por allí se encuentre la etimología del nombre dado a la isla donde se fundara Cádiz.

ESTESÍCORO DE HIMERA

A través de Estrabón (GEO, III, 2, 11), coetáneo del emperador Augusto, que cita un pasaje de la Gerioneida de Estesícoro de Himera (siglos VII-VI a.C.) sabríamos que éste sitúa el lugar de nacimiento de Gerión en una gruta no muy lejos de Eritreia, junto a los manantiales inagotables de raíces argentíferas del río Tartessos. Aquí ya aparece mencionado por primera vez el término Tartessos. No sabemos si Estesícoro ya equipara Cádiz con Erythreia, pero Estrabón sí establece esta correspondencia. Si Estesícoro se refiriera a las fuentes del Guadalquivir, suponiendo que fuera el río Tartessos, habría mucha distancia entre Cádiz y la Sierra de Cazorla, que es donde está el nacimiento del Guadalquivir, por lo que habría una incongruencia geográfica, como muchas más que sólo confunden.

APOLODORO DE ATENAS

Apolodoro de Atenas (siglo II a.C.) en su Biblioteca (II, 5, 10) -a veces se habla de un pseudo Apolodoro, por no estar claro si fue él el autor- amplía el mito del robo de los bueyes de Gerión por parte de Heracles, indicando que cuando pasó por Tartessos erigió los dos famosos pilares a cada lado del estrecho de Gibraltar, las Columnas de Hércules.

HERÓDOTO

Prosigamos con Heródoto de Halicarnaso, griego también, que vivió en el siglo V a.C., cuando la estructura geopolítica del núcleo de Tartessos (Andalucía Occidental) ya habría desaparecido, aunque su recuerdo aún fuera reciente y se suponga que aún perviviría en la actual Extremadura.  Cita el mito de Gerión y Heracles que localiza en Gadeira, Cádiz (Hist, IV, 8) y más tarde (Hist, IV, 152) narra como Coleo de Samos, desviado por los vientos más allá de las Columnas de Hércules llega providencialmente a Tartessos, un mercado que dice ser aún inexplotado [algo que sólo puede ser cierto, si al comercio griego se refiere, porque fenicios ya pasaron por allí], obteniendo grandes beneficios de los intercambios comerciales realizados.

Pero seguramente el texto más famoso es aquel en el que Herodoto menciona al célebre rey tartesio Argantonio (Hist. I, 163). Esta vez nombra los viajes exploratorios de los griegos foceos, que igualmente llegaron a Tartessos, donde entablaron amistad con su rey Argantonio, que los agasajó, les propuso quedarse en su reino y, ante su negativa, les dio dinero para que construyeran un muro en su ciudad de origen –Focea en Asia Menor, actual Turquía- ante las noticias de los avances persas por oriente.

En la etimología de la palabra “Argantonio” podríamos detectar alternativamente dos palabras griegas: ἀργός (argós) que significaría resplandeciente –de donde derivaría la palabra argentum, plata en latín- y άνθος  (anzos) con el significado de flor o floreciente. Se pueden sacar muchas conclusiones, aunque lo primero en lo que  se piensa es que se trata de un nombre intencionadamente inventado. Luego, la mención a que Argantonio reinó ochenta años y vivió ciento veinte debe analizarse bajo la perspectiva de una metáfora del bienestar y la bonanza experimentados bajo su reino. En cualquier caso Heródoto dio muy buena publicidad al reino de Tartessos.

GÁRGORIS Y HABIS

Mencionemos un último relato mitológico sobre Tartessos, que también tiene su alcance. Nos ha sido participado por Justino en su Epítome de las Historias Filípicas de Pompeyo Trogo (44, 4) -Justino vivió entre los siglos II y III d.C., Pompeyo Trogo en el I a.C. Ya hablamos de una fuente romana, aunque Pompeyo Trogo sería de origen galo-. Se trata del mito de Gárgoris y Habis. Gárgoris, rey de Tartessos, en cuyos bosques los Titanes lucharon contra los dioses (aquí podemos ver su relación con el Tártaro de la Ilíada de Homero) en una relación incestuosa con su hija tuvo a Habis. Inicialmente lo repudió y quiso deshacerse de él de múltiples maneras pero, como sucede en estas historias, sobrevive a todos los males que se le echan encima, se hace más fuerte y finalmente es reconocido por su padre como sucesor. De Habis se dice que introdujo las leyes y la agricultura, para que sus súbditos estuvieran menos “asilvestrados”.

¿Por qué son interesantes estos mitos de Gárgoris y de Habis? En primer lugar para dar relevancia a un lugar, Tartessos, y luego para ligar a una estirpe reinante con un linaje mitológico, para justificar su posición y el bien que traen a la población regida. Pensemos, como resaltan varios estudiosos, que son los griegos y romanos quienes crean el mito y no los propios tartesios. De ellos no sobrevive escrito alguno, obviando la escasa epigrafía con signario del sudoeste o tartesio de pocas líneas que poco puede aportar en este sentido y que, en principio, aún no ha sido descifrada. No sabemos si el relato inicial de estos reyes se origina en Tartessos. Faltaría igualmente poder cotejar estos relatos con las fuentes púnicas, que desgraciadamente se han perdido.

Aparte de estas primeras alusiones a Tartessos, entre el mito y la realidad, hay otros muchos textos ya de época romana, que sitúan a Tartessos y a su pluralidad de significados geográficos en espacios más concretos.

TARTESSOS CIUDAD EN CÁDIZ O EN CARTEIA

Por su importancia, cabe citar la Ora Marítima de Rufo Festo Avieno (siglo IV d.C.), una obra controvertida. Es una trasmisión de un texto o textos mucho más antiguos que, entre otros muchos lugares, describe gran parte de la costa peninsular. A estas descripciones se han agarrado muchos investigadores para ubicar la mítica ciudad de Tartessos, siendo el mapa realizado por Adolf Schulten en los años veinte del siglo pasado, con los pueblos y accidentes geográficos mencionados en este texto, relacionados con sus hipotéticas correspondencias físicas, una referencia, aunque criticada. A pesar de sus más que probables imprecisiones, el texto aporta una información de base que permite al menos realizar una contrastación. Peor sería que el documento no existiera.

Entre todos los autores romanos o griegos de época romana, cuando se refieren a una Tartessos ciudad, los hay que la sitúan en Cádiz:

  • Avieno en su Ora Martíma lo hace por dos veces, pero luego se contradice situando a la ciudad de Tartessos en una isla entre dos brazos del rio Tartessos.
  • Cicerón (Ad Att. VII, 3, 11). Se refiere al gaditano Lucio Cornelio Balbo como el tartesio.
  • Valerio Máximo en Hechos y Dichos Memorables (Lib. IX, 13, 4) menciona al pobre gaditano Argantonio.
  • Arriano (Anab. II, 16) indica que Tartessos fue fundada por los fenicios. Aunque no hay una correspondencia unívoca, porque no sólo Cádiz habría sido fundada por los fenicios, muchos estudiosos ven una equiparación directa.

Y los hay que la señalan en la antigua Carteia, en San Roque, Cádiz (junto a la Bahía de Algeciras):

  • Silio Itálico (Punica, III, 396). Identifica indirectamente Carteia con Tartessos, donde dice que Carteia mandó a la guerra a los hijos de Argantonio.
  • Pomponio Mela (CHO, II, VI). En su descripción de Hispania comenta que Carteia, según dicen, fue llamada Tartessos.
  • Pausanias (VI, 19, 3). Habla de una ciudad que fuera Tartessos, de nombre Carpia, que se suele identificar con Carteia.

Luego existen autores como Plinio el Viejo que se refieren alternativamente a Cádiz y a Carteia: en (NH, III, 7) en su descripción de la Bética, dice que Carteia era  llamada Tartesos por los griegos y en (NH, VII, 156) habla del gaditano Argantonio.

Estrabón (Geo, II, 2, 11) sitúa a Tartessos entre las dos desembocaduras del río homónimo, algo que sería acorde con la Ora Marítima de Avieno.

En general, en lo que todos los autores antiguos coinciden es en situar a Tartessos más allá (al oeste) de las Columnas de Hércules.

En algunos casos estos mencionan que es el nombre que les dieron los griegos, otras que alguien dijo que así se llamaba antiguamente y en ocasiones las alusiones llevan implícita la correspondencia entre una ciudad y Tartessos como cuando se habla del tartesio Balbo o del gaditano Argantonio.

LA ORA MARÍTIMA DE AVIENO

Por su interés y extensión merece aún especial atención la Ora Marítima, que ya hemos mencionado y sobre la que nos detendremos algo más. Es la fuente básica que Schulten usó para intentar ubicar la ciudad de Tartessos.

Schulten describe entre otros lugares costeros entre Marsella y las islas Estrímnides (no claramente identificadas, pero que podrían corresponderse con las Islas Scilly al oeste de Cornualles, Reino Unido), el orbe tartesio con su tierra (algunas ciudades, montes, ríos y lagos) y costas (con ciertos promontorios, islas y bahías) y quiénes eran sus vecinos: cinetes por el oeste tras el Guadiana, cilbicenos en la costa al este de la ciudad Cádiz, etmaneos e ileates más allá del Lacus Ligustinus, más o menos a partir de la actual Coria del Río; y los cempsios, que vivirían al norte de todos estos pueblos.

Es una fuente interesante por cuanto a que es única. En ningún otro sitio se describen con tanto detalle los límites del presunto territorio tartesio, ahora bien, contiene muchas incongruencias, especialmente en cuanto a la ubicación de accidentes geográficos como un Monte Argentario o los Montes Tartesios. Se asume que Avieno en sus descripciones se basó en el periplo de un navegante massaliota (de Massalia, nombre griego de la actual Marsella) del siglo VI a.C., dado que la ruta parte de Marsella, pero Avieno, en el propio texto, cita realmente como fuentes a un gran número de geógrafos, historiadores y otros eruditos griegos (como Hecateo de Mileto, Heródoto y Tucídides) que vivirían entre el siglo VI-V a.C.). Sí se sabe que el massaliota Piteas en el siglo IV a.C., a través de las frecuentes citas de Estrabón (Geografía), habría realizado un recorrido similar.

En la Ora Marítima por dos veces se da a entender que Cádiz fue la antigua Tartessos (OM 85 y 267-270), pero luego se infiere que Tartessos-ciudad realmente se encuentra en una isla rodeada por dos brazos del Tartessos –mayoritariamente identificado como el Guadalquivir -aunque José María Blázquez, por ejemplo, no falto de argumentos, identificó el río Tartessos con los ríos Tinto y Odiel en la Ría de Huelva- que, según la descripción, parece adentrarse en el Lacus Ligustinus –en lo que serían las marismas del actual río- y salir desde él formando una especie de delta de numerosos brazos, pero con una salida principal, seguramente por el mismo lugar o próximo a donde desemboca hoy en Sanlúcar de Barrameda.

Del texto también se podría inferir que Avieno a veces describe los lugares en base a las fuentes antiguas y, otras, conforme a conocimientos propios, de cultura general, digamos, o porque conociera alguna parte personalmente. Eso se podría deducir de los versos 266 ss, cuando habla de la ciudad de Cádiz, que si antaño hubiera sido la opulenta Tartessos, en época seguramente más próxima a Avieno (siglo IV a.C.) ya no quedaba rastro de lo que fue, sino las ruinas de una ciudad empobrecida.

OTRAS HIPOTÉTICAS UBICACIONES DE LA CIUDAD DE TARTESSOS

Estos datos, en época contemporánea, han dado pie a todo tipo de especulaciones y búsquedas hasta el momento infructuosas de la presunta ciudad capital de Tartessos, con especial fijación en el Coto de Doñana, entre las marismas del Guadalquivir y el Atlántico. Pero la ubicación de Tartessos ciudad, aparte de en Cádiz o Carteia (de acuerdo con las referencias historiográficas antiguas) también se ha querido ver modernamente en Huelva capital, en la Isla de Saltés, junto a Huelva, en el Aljarafe sevillano, en la ciudad de Asta Regia (Mesas de Asta) al norte de Jerez de la Frontera,  incluso en la ciudad de Cartagena, en este caso dando nula validez al relato de Avieno.

Además, si damos por cierto lo que dice la obra anónima Orbis Descriptio, atribuida a Escmino de Quíos § 159-166[1], Cádiz quedaría a dos días de navegación de Tartessos. Entonces tampoco estaría en la desembocadura del Guadalquivir sino más cerca del Guadiana.

CONCLUSIONES

Como ya se ha adelantado unos párrafos atrás, del texto de la Ora Marítima es interesante aprender que habría habido otros pueblos en lo que se ha venido a llamar la periferia o incluso dentro del núcleo tradicional de Tartessos:

  • Los cinetes probablemente en el Algarve, al este del Guadiana.
  • Tierra adentro, a partir del Lacus Ligustinus – Coria del Río para tener una referencia- se encontrarían:
    • Por un lado, en zonas aún aptas para la agricultura los ileates, vecinos de los cempsios, que Schulten coloca, grosso modo, en el Alentejo –al norte de los cinetes- y Extremadura.
    • Por otro, los etmaneos, en una vasta región, de ubicación más imprecisa. Schulten los coloca aguas arriba del Guadalquivir.
  • Los cilbicenos quedarían en la costa gaditana.

Ninguno de estos etnónimos aparece en otros documentos, sólo en la Ora Marítima. No sabemos si son reales, no sabemos cuándo exactamente existieron, dónde concretamente se encontraron sus territorios ni qué relación tuvieron con Tartessos, si fueron etnias emparentadas, si su relación fluyó de manera amistosa -parece que hubo un enfrentamiento con los cempsios (OM 255-259) por el control de la isla de Cartare (tal vez la Isla de Saltés junto a Huelva)-, si existió alguna relación de subordinación por vía de alguna forma de vasallaje, cuáles fueron sus relaciones comerciales o en qué se basó su economía. Sin duda, interesaría saber quiénes controlaban las ricas minas del Andévalo y la Cuenca Minera onubenses y otra cosa, que parece obviarse, que es cómo les afectó la colonización oriental, de fenicios y griegos.

Llamativo es que nos queden fuentes romanas y griegas, pero ninguna cartaginesa o fenicia. ¿Será que el Carthago delenda est (Cartago debe ser destruída) de Catón hizo estragos?

El estudio de los detalles contenido en las fuentes grecorromanas, si bien resulta harto interesante, consiguió desviar la atención durante mucho tiempo respecto del análisis fundamental de la realidad global de un territorio durante una época (finales del siglo IX a mediados del VI a.C.), que hoy por hoy sigue siendo muy desconocida, pero cuyo pasado, gracias a los avances arqueológicos, que se suceden a menudo al margen de los indicios por via historiografía, va saliendo poco a poco a la luz.

 [1] Cf. Mullerus, Carolus [Karl Müller] (1860). Anonymi. Scymni Chii, ut fertur, Orbis Descriptio [Periegesis]. Geographi Græci Minores. Vol. 1. Paris. 196-237. Párrafos 159-166: “Cerca se encuentra […] una ciudad con una colonia de mercaderes tirios, Gadeira [Cádiz], donde la leyenda dice que se originaron los grandes monstruos marinos. Desde aquí hay 2 días de navegación hasta llegar a ese afortunadísimo emporio comercial, llamado Tartessos, una ciudad célebre, con estaño fluvial de la Céltica y mucho más oro y bronce”. Traducido del inglés por el autor a partir del texto en: https://topostext.org/work/130#137; Aikaterini Laskaridis Foundation.

(C) Luis del Rey Schnitzler. 2018-2019