La Balansiya (Valencia) musulmana – restos visitables
Un recorrido por la Valencia musulmana de la mano de un personaje inventado, identificado como un chambelán de un emir de Balansiya, que describe su ciudad desde el presente retrocediendo en el tiempo.
Versión en castellano © Luis del Rey Schnitzler
(versión en valenciano publicada por primera vez en el Llibret de 2019 de la Falla: Conde Salvatierra – Cirilo Amorós – Mercado de Colón de Valencia)
بسم الله الرحمن الرحيم (bismila i rahmani rahim) – En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso
¡Que la paz de Allah sea contigo, noble lector! Y bendecido seas por dedicar a este humilde siervo del Señor tu tiempo, del trabajo alejado, escaso obsequio que a los mortales fue regalado para el descanso, estudio y reflexión, para goce del alma y liberación del espíritu.
Tiempo ha que mis palabras se ahogaron y con el viento se alejaron, pero fueron firmes, tuvieron eco y al servicio de mis semejantes se pusieron, y para servir a nuestro señor terrenal, el emir, por la gracia de Allah, y pregonar sus piadosos gestos, que a buen seguro llegarían a tus oídos, cantados de boca en boca por tiempo inmemorial.
Mi nombre es Ali Abd-al-Málik Ibn Youssef, hajib de quien fuera nuestro señor el emir de Balansiya, grande entre los grandes, fiel devoto, defensor del pueblo, heredero de sabiduría y de larga vida, truncada tras cumplir su misión en vida por deseo del Magnánimo, del Misericordioso, الحمد لله (alabado sea Allah).
Echo mi mirada al pasado, la época en la que viví, cuando la fértil huerta –nuestro karm– regada por el Wadi Al-Abid, el río blanco, lo hacía bajo la sombra de la media luna, cuando Balansiya –en otros tiempos también llamada Madinat-At-Turab o ciudad de la tierra o arena- estaba rodeada de recias murallas que alcazaban un perímetro de 9000 pies (2,5 km), alabadas por el cronista Al-Udri (siglo XI), por su perfección. Estaban jalonadas por más de ochenta torres y hasta siete puertas, que daban paso a la medina que se extendía sobre más de cincuenta fanegas (42 ha), con sus bulliciosas y estrechas callejuelas, sus zocos, sus barrios de artesanos, sus jardines, palacios y mezquitas de gentiles minaretes, desde los que los muecines llamaban al salat, cinco veces al día.
Pero Balansiya no sólo era lo encerrado entre sus murallas. Estaba rodeada por arrabales extramuros de gran vitalidad, que doblaban su población.
Mucho tiempo ha transcurrido y Balansiya ha cambiado. La Gente del Libro ocupó la ciudad el 27 de safar del año 636 de la hiyra (9 de octubre de 1238) y la transformó. Trajeron sus costumbres y su religión. Ampliaron sus murallas, le dieron nuevo brillo, nuevos aires, nuevos hablares, estrecharon lazos con el mundo, sobrellevaron penurias y disfrutaron bonanzas.
Luego, la ciudad fue creciendo, lo antiguo cayendo, las murallas desapareciendo y lo que mis ojos vieron y mis oídos escucharon la nueva villa acabó por engullir, de modernidad colmada.
Busqué mis recuerdos, los de antes y los que vinieron y en mi cultura se inspiraron, busqué entre las calles, busqué bajo tierra, me congracié con el fuego purificador de sus fiestas y gracias al Clemente, Señor del Universo, الحمد لله (alabado sea Allah) hallé su memoria en piedra escrita y rogué a Allah la protegiera, le diera nuevo lustre, para ilustración de generaciones futuras, de historia imbuidas y puras.
- Nota: Ocultos dentro de edificios actualmente en uso se encuentran varios tramos de la que fuera la esbelta muralla árabe hecha con la típica “tabiya” (tapial) musulmana, mampostería y algún que otro sillar, junto con sus torres, unas circulares y otras cuadradas, del siglo XI. Algunos de estos vestigios, a veces destapados y nuevamente cubiertos, y otras restaurados y visibles, en propiedades privadas o públicas, son visitables. Aquí mencionaré principalmente lo que a día de hoy es visible a simple vista desde la calle o visitable. Asi, por ejemplo, junto a las Torres de Serranos son muy interesantes los restos de una torre circular, parte de la muralla almenada, restos de la barbacana embutidos en la finca de la calle Blanquerías nº 2, pero están en una propiedad privada y sólo son accesibles con autorización. Por cierto, el nombre de esta calle viene de las tenerías y curtidurías medievales que se adosaron a la muralla, siendo visibles en esta misma finca algunas pilas usadas para tal fin en el siglo XV.
Donde hoy están las Torres de Serranos, en la Plaza de los Fueros, encontrábase la Puerta del Puente, la Bab Al-Qantara, estando sus huellas hoy borradas, ya que la que vemos, bella y estilizada, cristiana es. Cruzaba el wadi por allí un puente de piedra, construido por otro gran emir Abd Al-Aziz Ben Abd Ar-Rahman Al-Nasir Ben Abi Amir, الحمد لله (alabado sea Allah), a cuyo ímpetu y generosidad debemos también las principales reformas en la muralla.
Antes de proseguir por la muralla hagamos un pequeño alto en un edificio en torno al cual se ubicara una de nuestras queridas huertas, que hoy llamáis el Carmen. Al final de la calle Roteros, -estamos saliendo de la medina- hallaremos el antiguo Convento del Carmen, hoy parcialmente convertido en una gran sala de arte. No deja de ser llamativo que en nuestro karm se estableciera la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo (año 1280), la Orden del Carmen. Curioso juego de palabras, por su curiosa similitud, casi homónimas, de origen y significado que parece divergente, pero que converge en este lugar. Crucemos el umbral. No hablaremos de sus dos magníficos claustros, el gótico y el renacentista, por referirse a época menos pretérita, pero sí a los restos de una vivienda de mis antepasados, de suelo enlosado y un pozo, que emerge bajo el suelo detrás de un cristal al lado de una de las esquinas del claustro renacentista.
Retrocederemos lo andado por la calle Roteros donde, en su confluencia con la calle Palomino, un moderno horno esconde un lienzo de muralla. Giramos entonces hacia el suroeste por la mencionada calle Palomino hasta la plaza del Ángel y por detrás de ésta (visible desde la calle Borrás) aparecerá una primera torre circular y otro tramo de muralla, precedida por un amplio patio. Si seguimos unos diez pasos más adelante por la calle Borrás en dirección noroeste, mirando ahora hacia la izquierda, asomándonos detrás de una tapia, donde algún carro moderno duerme la noche, veremos una segunda torre circular (situada por detrás de la calle Mare Vella). Ambas torres se han reconvertido en viviendas.
Continuamos por la calle Mare Vella una manzana hasta el cruce con la calle Portal de Valldigna, por donde torcemos hacia la derecha encontrándonos al fondo, a escasos 180 pies (50 m), un arco de medio punto, del que la calle toma el nombre. Construyose a principios del siglo XV, en época cristiana, pues, atravesando la soberbia muralla levantada por el ilustre Abd-al-Aziz, الحمد لله (alabado sea Allah). 200 pies (55 m) más adelante, siguiendo por la calle Salinas, a mano derecha y en línea con el vial, ajado y desvencijado, ahora cubierto por una red protectora, divisaremos un paramento más, que no hace honor a su grandeza de antaño, por su ruinoso aspecto. Inadvertido pasaría sin dispuesto lazarillo.
Al final de la calle Salinas, girando a la derecha por la de Caballeros, varios predios (nº 32, 36 y 38) esconden tras sus paredes restos de muralla y torres. Si a bien les dejan entrar, la obra podrán observar.
- Nota: A día de hoy (marzo de 2019) en los inmuebles de los nº 36 y 38 de la calle Caballeros se encuentra una escuela de idiomas. En el nº 32, al fondo de una tienda de ropa y abalorios, abierta en horario comercial, se puede ver otro gran lienzo de muralla.
La calle Caballeros desemboca a poca distancia en la hoy llamada Plaza del Tossal donde otrora estuviera la Bab Al-Hanax, la Puerta de la Culebra, una puerta en recodo cuyos restos junto con otros de una torre cuadrada y parte de muralla, remozados y visitables, se encuentran en una galería regida por la Gobernación de la Medina (Ayuntamiento) situada en el mismo subsuelo de la Plaza del Tossal. Pocas señales advierten de su presencia hasta el punto de ser desconocida su existencia por muchos lugareños.
- Nota: Según algunos estudiosos la Puerta de Bab-al-Hanax podría haber estado realmente en la manzana donde se encuentran los números 36 y 38 de la calle Caballeros.
Dirijamos nuestros pasos ahora hacia la plazuela del Horno de San Nicolás, por detrás de la Plaza del Tossal. En el Colegio Mayor Rector Peset (Universidad de Valencia), una vez atravesado el patio interior, avistaremos otro gran frente de la muralla en un salón acondicionado para el visitante.
A partir de este punto hacia el sur y luego el este los lienzos de muralla se han perdido o se encuentran muy ocultos entre los predios modernos y en los subterráneos de la medina. La muralla continuaba por detrás de la calle Bolsería, junto a la calle Danzas y Lonja, siguiendo en dirección sureste, dejando la que hoy llaman la plaza Redonda intramuros, hacia la calle de San Vicente Mártir, la que los romanos llamaban Via Augusta, que tiempo más tarde fue renombrada para llevar el ilustre nombre del patrón cristiano de la medina.
Un poco antes de llegar a esta arteria, más o menos a la altura de la calle Mantas por detrás de la Plaza del Mercado, había otra puerta, la Bab Al-Qaysariya, la Puerta de la Alcaicería o de las Sedas, que daba entrada al zoco principal de Balansiya, lugar destacado de encuentro de todos los mercaderes de la Sharqía de Al-Andalus (el Levante de Al-Andalus), y cerca de esta antigua y ausente puerta, en la calle San Fernando nº 12, en un centro cultural, podrán ver bajo un cristal otro tramo de la fortificación.
Aproximadamente en el cruce de San Vicente Mártir con la calle Cerrajeros se encontraba una de las grandes puertas de Balansiya, la salida sur de la ciudad, en el lugar donde los más viejos cuentan que estuvo la Puerta Sucronense romana (tal vez estuviera más al norte, ya que la cerca romana era de menores dimensiones que la árabe). Nosotros la llamábamos la Bab Baytala, que los cristianos bautizaron como Boatella, nombre que ha pervivido como apellido de cristianos. Dicen que su etimología pudiera provenir de Bab Al-Bayt Allah (la puerta de la casa de Dios) o alternativamente de Bu Atella (padre de Atella).
Proseguía la muralla en dirección sur por la plaza Mariano Benlliure y la calle Moratín, y antes de llegar a la calle Barcas, giraba hacia oriente, continuaba por detrás de la calle Pintor Sorolla y retomaba el rumbo norte por las calles Universidad y Comedias. En el interior de lo que llaman la Universidad Literaria (La Nau) un centro que fuera de estudios seglares -hasta cierto punto equiparable a nuestras madrazas- se encuentran bajo un suelo de cristal (en el zaguán a la entrada de la c/ Universidad y en el Salón Academia) los cimientos de otro gran tramo de la muralla y de una torre cuadrada.
Al final de la calle Comedias llegaremos a la plaza de San Vicente Ferrer. Aquí estaba la Puerta de la Ley, la Bab Al-Xaria. Pocos saben que el barrio de Xerea toma el nombre de esta puerta y que su denominación procede de la sharia, la ley islámica, que también quiere decir «el camino» (el camino recto de la ley).
Llegados a este punto os invito a entrar en la iglesia de San Juan del Hospital, en la calle del Trinquete de Caballeros, una de las más antiguas, excelsas y distinguidas de cuantas los dhimmis construyeron tras la ocupación de la medina. Fue entregado este lugar a los caballeros hospitalarios por su participación en la conquista de Balansiya, donde edificaron una iglesia en los dominios del que fuera el Palacio del Emir, que Allah tenga en su gloria. Este palacio ya se edificó sobre una parte del solar que ocupaban las ruinas del antiguo estadio de los romanos. Del hermoso palacio nada resta por aquí, salvo algún muro en los subterráneos de la Almoina, noticia que os participaré, unas líneas más adelante. Observad ahora las columnas de mármol de los arcos torales junto al presbiterio de San Juan. Tal vez adivinéis su cuño árabe, especialmente si observáis los capiteles califales que las coronan. Entrad al patio sur y visitad lo que fuera su cementerio medieval. En el centro se encuentra una capilla con forma de logia, la llamada capilla de Jaime I. Fijaos en las molduras por debajo del tejado y encima de los canecillos en su fachada exterior. Veréis medias lunas invertidas. Algunos interpretan que simbolizan la victoria sobre mis congéneres. Sea lo que fuere, hace tiempo que confraternicé con quienes en tiempos se enfrentaron a mi pueblo y credo. Hoy aprecio las enseñanzas que la Historia nos ha legado y las pruebas a las que el Altísimo, الحمد لله (alabado sea Allah) nos somete, donde la convivencia entre los en semblante semejantes y en credo divergentes debe fluir.
Retomando el camino de la muralla, ésta atravesaba la actual iglesia de Santo Tomás Apóstol y transcurría en paralelo a la calle Trinquete de Caballeros y la Plaza de Nápoles hasta el vértice este de la calle Almirante. Justo en este punto vuelven a aparecer, como los ojos del Wadi Anas (Guadiana), en los sótanos de lo que hoy es una casa de huéspedes, en el nº 14 de la calle Almirante, restos de nuestra antigua muralla.
Muy cerca de aquí, ocultos, como si de la tentación del penitente quisieran ser preservados, se hallan los llamados Baños del Almirante; con sus salas caliente, templada y fría. Bellos y coquetos rememoran viejos tiempos. No serían árabes pero sí por nosotros inpirados. Si bien nuestros hermanos mudéjares -que durante algún tiempo siguieron en la ciudad tras la conquista cristiana- pudieran haber contribuido en su factura, fueron construidos por cristianos (siglo XIV).
Volviendo a la muralla. Ésta proseguía desde la calle Almirante hacia el río por debajo de la actual iglesia y palacio del Temple –donde también quedan restos-. Recientes descubrimientos al abrir zanjas junto a la Plaza del Temple han constatado la presencia de la conocida por puerta de Bab Al-Schadchar, Bab Sajar o Barbazachar (la Puerta de la Piedra), que realmente fuera la Bab As-Sahar (La Puerta de Oriente) posteriormente llamada Puerta del Temple. Esta puerta estuvo orientada hacia مكة المكرمة (La Meca), el lugar más santo del Islam, الحمد لله (alabado sea Allah) . Según la crónica de Jaime I (Llibre dels feyts de Jaume I) fue aquí donde los templarios izaron el pendón real del Rey Don Jaime el 17 de safar del año 636 (29 de septiembre de 1238), día aciago, en señal de que Balansiya se había rendido ante las huestes cristianas.
Siguiendo la línea del río hasta el actual puente de la Trinidad, frente a la calle Salvador, se erigía la séptima puerta y última, de acuerdo con el orden que he establecido en mi relato, la de Bab Al-Warraq, la Puerta del Papel (o del librero), que coincidiría con el extremo norte del llamado cardo máximo de la antigua medina romana. La muralla continuaría por la margen derecha del Wadi Al-Abid hasta la ya mencionada Bab Al-Qantara.
Nuestro periplo por los restos de la musulmana Balansiya finalizará al sur de la Bab Al-Warraq, en los subterráneos de la plaza de la Almoina y de la hoy catedral cristiana. En el extremo oriental de los sótanos de la Almoina (centro neurálgico de las ciudades romana, visigoda y musulmana) se sitúan los restos de unos muros del alcázar musulmán de Balansiya y en su interior un patio con una alberca, y algo más al sur, vestigios de una instalación que incluía una noria. Por aquí cerca estaba también la rawda, el cementerio real. A poca distancia de la Almoina se construyó la catedral cristiana con su famoso Miquelet que, aunque pudiera tener cierto parecido con nuestros antiguos minaretes, nunca fue tal. Hace no mucho tiempo desenterraron vestigios antiguos en su subsuelo, contiguos a la calle Barchilla: romanos, visigodos, musulmanes y cristiano-medievales. Aunque exiguos, hay restos de muros y cimientos de construcciones islámicas y del pavimento de un aljibe de la misma adscripción cronológica.
La memoria material de la Balansiya musulmana ha sido borrada en muchos rincones, mimetizada con restos modernos en otros. De los gloriosos edificios musulmanes que cita el Llibre del Repartiment nada queda. Muchas huellas de éste, nuestro pasado, de una historia de más de 500 años, descansan aún bajo el suelo o entre nuestros, vuestros, muros, a la espera de ser descubiertas. Afloran, a veces, sorprendiendo a propios y extraños, para deleite de los amantes que se afanan en recomponer los puzles del pasado, para conocimiento del presente.
Ojalá perduren esas muestras, identidad de un pueblo del que mucho se heredó. Ojalá miremos a la historia con el conocimiento del pasado, desde el más alejado al más reciente, para bien del presente.
¡Ojalá!
¡Insh’Allah!
© Luis del Rey Schnitzler 2018-2019
Perímetro aproximado de las murallas islámicas de Valencia del siglo XI en base a la cartografía PNOA del Instituto Geográfico Nacional
Leyenda:
- Torre almenada (c/ Blanqueríes, 2). Propiedad privada
- Convento del Carmen
- Forn Montaner (c/ Roteros)
- Torres de la Plaza del Ángel y de la Mare Vella
- Portal de la Valldigna
- Tramo de muralla de la c/ Salines
- Tramos en fincas de la c/ Caballers. Propiedad privada
- Galería del Tossal
- Colegio Mayor Rector Pesset (Pl. Forn de San Nicolás)
- Centre Cultural Octubre (c/ San Ferrán, 12)
- Edifici de la Nau / Centro Cultural (c/ Universidad)
- Iglesia de San Juan del Hospital (c/Trinquete de Caballeros)
- Hotel Caro (c/ Almirante)
- El Temple (pl. del Temple). Actualmente no visitable
- Centre Arqueologic de l’Almoina y Museo de la Catedral
Para más información sobre la muralla árabe de Valencia:
https://www.valencia.es/revisionpgou/catalogo/urbano/1.28%20MURALLA%20ISL%C3%81MICA_firmado.pdf
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