La estética de lo antiguo y las restauraciones

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La estética de lo antiguo

SOBRE LAS RESTAURACIONES

SOBRE LO ANTIGUO

SOBRE EL SENTIDO DE LA ESTÉTICA Y

LA INTERPRETACIÓN DE LO BELLO

Últimamente he podido observar cuánto discrepa la gente respecto de las intervenciones realizadas sobre monumentos que forman parte de nuestro patrimonio inmueble (en el sentido de si les parecen bien o les parecen mal estas intervenciones) y la única conclusión a la que he podido llegar es que los gustos son algo tremendamente subjetivo y que cada cual tiene una opinión y como opinión que es debe tenerse en cuenta. Mis opiniones también serán subjetivas.

Existen posiciones enfrentadas (a menudo tremendamente enfrentadas) cuando se habla de las restauraciones efectuadas, por ejemplo, respecto del teatro romano de Mérida (de hace ya bastante tiempo), el teatro romano de Sagunto (de 1992-94), el teatro romano de Cartagena y la ahora más reciente en el castillo de Matrera, Villamartín, Cádiz.

Con independencia de que existen normas que hablan de los principios en los que deben basarse las restauraciones. Por ejemplo:

entre otras (véase, por ejemplo, el siguiente enlace para obtener información sobre otras cartas)

estas normas acaban siendo «recomendaciones» que pueden resultar a veces ambiguas y otras veces simplemente no se tienen en cuenta porque priman otros «gustos».

¿Quién tiene razón cuando surgen discrepancias?

Supongo que nunca el que imponga un criterio o un punto de vista. Todo cuanto se diga al respecto hay que argumentarlo y plantearlo de tal forma que los que lean o escuchen las opiniones puedan entender lo que se dice y formarse tal vez una nueva opinión.

Hay veces en las que los criterios establecidos en alguna de las anteriores cartas se convierten en criterios de aplicación obligatoria establecidos en las bases que deben regir una restauración o reconstrucción en concreto pero, al margen de que existieran preceptos que deban aplicarse de manera obligatoria, me interesa resaltar aquí más la opinión subjetiva de cualquiera de nosotros, cuando vemos el resultado de una intervención de restauración o reconstrucción de un bien patrimonial inmueble.

Si nos cerramos en banda, poco conseguiremos, si nuestra intención es influir sobre otras personas, cuando algo no nos gusta y quisiéramos que esas otras personas opinen de la misma forma. Y no se trata de manipular a nadie, pero debemos ser conscientes que todo aquello que digamos, todo gesto que expresemos, está cargado de una subjetividad que condiciona al que nos observa y/o escucha.

Si a mí algo me parece feo y a la gente que me rodea le parece bonito, puedo callarme y aguantarme o puedo decir que me parece feo y por qué. Y diciendo esto es posible que busque que alguien más de los que pensaban que eso era bonito piense ahora que es feo o no tan bonito. Lo normal es que a todo el mundo le guste encontrar apoyos.

¿Qué opino?

Pues que me gusta lo antiguo y que me gusta que lo antiguo conserve su aspecto antiguo, a veces hasta rancio, de aspecto romántico decadente, aunque tampoco me gusta que lo antiguo se desmorone por falta de mantenimiento o de una intervención que lo consolide. Obviamente, no a todo el mundo le gusta lo antiguo y si les gusta lo antiguo su opinión sobre lo antiguo tampoco tiene que parecerse a la mía. Aquí ya tenemos un gran punto de partida abierto a discusiones.

También me gusta lo que estéticamente queda bien, que lo que vea me entre por los ojos y me agrade. ¡Claro está! no todo el mundo tiene el mismo criterio estético. Sí, se habla de la proporción áurea, como el resultado de unas formas que, por lo general, el ser humano considera bellas. Hay tendencias, hay cosas que una gran mayoría de la gente, de forma más o menos objetiva, considera bellas, pero aun así, nunca habrá criterios únicos sobre lo estético o lo bello. Es cierto que hay personas que se dejan influir por lo que otros dicen que es bello, a las que les falta un criterio propio y necesitan oir lo que alguien a quien respetan dice al respecto. Nuevamente, no habrá una visión única sobre lo estético.

Algunos aspectos sobre las normas de restauración y restauraciones efectuadas

Las normas de restauración del patrimonio suelen indicar que las intervenciones se realicen respetando las estructuras antiguas, consolidándolas, cuando sea necesario y, si se añaden materiales a las estructuras antiguas se haga pudiendo diferenciar lo antiguo de lo nuevo. Frecuentemente se realizan anastilosis, que viene a ser reutilizar materiales caídos, pertenecientes a las estructuras antiguas para recomponer sus antiguas formas.

A veces las normas prohíben intervenir más allá de lo que son operaciones de simple y llana consolidación.

No es raro que una restauración de un teatro romano, por ejemplo, se haga con la intención de poder darle una nueva vida, poder recuperarlo para realizar en él obras teatrales nuevamente. Esto implica una intervención que cambiará su aspecto antiguo y también su estética en mayor o menor medida. Comenté anteriormente que esto a mi personalmente ya me cruje, porque me gusta lo antiguo y, dicho sea de paso, me gusta la estética de lo antiguo, pero esto no es óbice para que no se restaure el teatro en cuestión, porque hay muchas personas que quisieran disfrutar en él de estas obras de teatro.

Ahora, las normas de restauración suelen hablar de la reversibilidad de las actuaciones de restauración con este fin, por lo que si se coloca una capa de cemento u hormigón sobre la piedra antigua o se taladra de alguna forma la piedra antigua, esta reversibilidad queda en entredicho. Este caso se podría aplicar a la intervención realizada sobre el teatro romano de Sagunto. Es cierto que se vuelven a representar funciones teatrales en él, pero “lo antiguo” se ha visto seriamente dañado, porque la intervención no es reversible (desde un punto de vista económico, porque costaría demasiado revertirlo) de acuerdo con la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.

A veces, las ruinas conservadas que quedan de un antiguo edificio son tan escasas que resulta difícil hacerse una idea de cómo era, si no se realiza una intervención que recupere de alguna manera sus antiguas formas. Este sería el caso del teatro romano de Cartagena. Aunque personalmente opine que en este caso la intervención fue acertada, porque me gusta estéticamente lo que ha quedado, las anastilosis realizadas y el volumen producido, puedo entender que a otras personas no les guste.

Luego está el ejemplo del castillo de Matrera, en Villamartín, Cádiz. Éste es el monumento restaurado que esta causando una mayor controversia actualmente en España y por lo que he podido comprobar las opiniones están muy enfrentadas.

Seguramente en este caso sea necesario tener claro qué se ha hecho y analizarlo desde una perspectiva lo más objetiva posible.

Un castillo en ruina ha sido consolidado y parcialmente reconstruido, utilizando nuevos materiales que han sido fijados a lo que quedaba de los antiguos, recomponiendo el aspecto de una torre. Se ha evitado con ello que el castillo se desmoronara. En la intervención se puede distinguir claramente lo antiguo de lo nuevo. Hasta aquí, en principio, sin entrar ahora en consideraciones sobre el material utilizado, ni sobre ciertas licencias estéticas introducidas por el arquitecto, se ha cumplido que el monumento no se caiga y que se pueda distinguir lo nuevo de lo antiguo.

Dónde veo yo el problema. Si hablamos de mantener la esencia o el espíritu de un monumento entramos en una esfera difícil de interpretar, pero es aquí donde creo que aparece el mayor conflicto.

¿Se podrían haber utilizado materiales caídos originales para recomponer los muros? Seguramente sí, pero no fue el criterio seguido. ¿Se podría haber consolidado el castillo interviniendo lo mínimamente posible, para evitar que se cayeran los muros, sin cambiar su aspecto antiguo? Digo que también hubiera sido posible.

¿Qué creo yo que ha pasado con la intervención? Se ha creado algo nuevo y lo antiguo se ha visto anulado por la restauración-reconstrucción. Algo parecido ha pasado en Sagunto.

  • A quien le guste lo antiguo saltará y se rebelará, porque dirá que no se ha respetado la esencia de lo antiguo.
  • A quien le guste lo nuevo dirá: ¡chapeau!

Respecto de la estética ¡para gustos hay colores! Algunos se verán influidos, de entrada, porque les gusta lo antiguo y el resultado ya no se parece a nada antiguo. En general, no se puede forzar a nadie que comparta los mismos gustos por lo estético.

¿Y qué puedo decir yo? Pues que no me gusta cómo se ha intervenido, porque me gusta lo antiguo, donde aún quedaba lo antiguo. Prescindiendo del mapa de Andalucía, incorporado por encima de las almenas, el resultado no me parece estéticamente feo, si no estuviera donde está y este matiz es muy importante. Ante mis ojos se ha roto la estética anterior, es decir, ha dejado de existir el castillo antiguo y en su lugar aparece algo nuevo. Hablamos de la estética del paisaje, otra importante variable a considerar, el monumento en su entorno.

Sea pues cada cual libre de opinar y de influir de la manera que crea oportuna.

Un cordial saludo

Luis del Rey Schnitzler